lunes, 29 de marzo de 2010

Bono Universitario

Al comienzo de cada ciclo lectivo universitario hay que reinscribirse para que el sistema sepa que seguimos vivos y cursando. Desde hace algunos años, junto con la reinscripción hay que pagar un bono de $50 que se destina, en el caso de la Facultad de Ciencias Económicas, a la Asociación Cooperadora. Luego el Centro de Estudiantes hace una encuesta entre los alumnos para decidir el destino de los fondos. El año pasado se instalaron aires acondicionados y proyectores en las aulas, se compraron sillas para la biblioteca, más de 30 computadoras nuevas para el aula virtual y se entregaron becas para la fotocopiadora.

Por ahora no hubo denuncias de malversación de fondos lo que indica que el dinero fue usado de manera transparente o bien que, siendo más realista, nadie fue dejado afuera en la repartición.

Aunque todos los años pago el bono contribución siempre me quejo. La razón es que si el Estado se comprometió a proveer una educación superior gratuita lo debe cumplir. Los ciudadanos ya contribuimos indirectamente con los impuestos; es injusto que además debamos pagar $50. Muchos dirán que la suma es insignificante y los beneficios son palpables, pero la cuestión no pasa por ahí. Pagando el bono estamos permitiendo que el Estado defaultee sobre nuestra educación.

Cada vez que expongo mi objeción al pago del bono inmediatamente me identifican con los "militantes" del Partido Obrero. Mis razones son diferentes, ellos sueñan con un mundo donde todo es gratis. Suponiendo que en Ciencias Económicas se reinscriben 4.000 alumnos cada año, la recaudación es $200.000. Hace poco se conoció que Aerolíneas Argentinas le cuesta al Estado $6.000.000 por día, 30 veces esa suma. ¿Quién viaja en Aerolíneas? El quintil más rico de la población que no necesita de un subsidio.

El monto del presupuesto nacional asignado a universidades es este año un 15% mayor que el del año pasado y ronda los $11.000 millones de pesos. En términos reales esto implica una disminución porque se espera que la inflación ronde el 25%. Además, en año de elecciones, esto es un cóctel para decisiones cortoplacistas.

Con el bono estamos pagando por la incapacidad de nuestros dirigentes universitarios para hacerle ver al Congreso la importancia de la inversión en educación.

Para interiorizarse más sobre política universitaria recomiendo visitar el blog Paideia Universitaria.

sábado, 6 de marzo de 2010

Competencia (casi) perfecta y taxis

Una vez un amigo me dijo: "Los economistas son unos mentirosos: cuando llueve aumenta la demanda de taxis pero no sube el precio".

La observación es cierta.

Taxi, New York Night, 1947–48 de Ted Croner

En San Miguel de Tucumán el precio de los taxis está fijado por la Comisión de Transportes del Consejo Deliberante. Recientemente hubo intentos para llevar la bajada de bandera a $2,50 y la ficha a $0,18.

Este desdoblamiento de la tarifa es perjudicial a la hora de negociar aumentos porque los taxistas siempre se ven obligados a pelear en dos frentes. Sería más conveniente para ellos eliminar la bajada de bandera y cobrar la ficha únicamente. Pero este sistema no es un first best porque, a menos que el valor de la ficha sea lo suficientemente alto, los incentivos para los viajes cortos desaparecen. Cuando uno toma un taxi por unas pocas cuadras, la bajada de bandera es la fracción dominante del precio final.

¿Cuál es la solución entonces? No debería haber ni bajada de bandera ni ficha, i.e. no debería haber taxímetros. Cada pasajero tendría que negociar con el conductor el precio final al momento de iniciar el viaje.

No faltará el que diga que los taxistas se van a a avivar y empezarán a cobrar precios astronómicos. Sin embargo no sucederá así: en la calle hay miles y miles de taxis. Un acuerdo entre ellos, aunque posible, no se mantendría en el tiempo porque existen incentivos a la traición. Para la mayoría de las personas los taxis son un bien de lujo que tienen un competidor con precios rígidos: los ómnibus urbanos. En el momento que los consumidores consideren que los taxis se volvieron muy caros, volcarán su demanda a los ómnibus.

En una economía capitalista, los precios cumplen la función de informarnos únicamente sobre la escasez o abundancia relativa de un bien o servicio. La razón de fondo no interesa, sólo importa si los precios subieron o bajaron. En un día de lluvia, aumenta la demanda de taxis pero a su vez disminuye la oferta porque conducir con lluvia es más riesgoso. Estos dos efectos presionan a una suba del precio que en la realidad no se da. Si el precio pudiera ser acordado libremente, podríamos lograr que la demanda y la oferta se corten como dos hojas de una tijera y determinen simultáneamente el equilibrio. Los consumidores tendrían taxis en días de lluvia, eso sí, más caros, pero seamos realistas, un viaje en taxi en un día de lluvia es mucho más valioso que en un día de sol cuando nos podemos tomar el ómnibus.